The Blog of avdesing

Se produjo luego de un pestañeo, uno que duró el eterno brillo del sol que se colaba entre mis pestañas al abrirlas lentamente, un pestañeo que abría una realidad de un brillo con destellos multicolores.

Sentía flotar en cada paso que daba por los senderos cubiertos de una manta iluminada que sólo mis ojos podían ver, sólo mis ojos después de ese pestañeo, como si viera con unos ojos que no eran míos, o tal vez viera con los ojos del corazón.

Sobre los caminos destellaban los pequeños círculos brillantes y radiantes indicándome por donde debía dirigir mis pasos. Y a mi alrededor plantas gigantes se alzaban y se engrandecían, dejándome en la pequeñes más absoluta de la vida.

Era muy pequeña ante la grandeza del todo y de ese paisaje que se alzaba ante mi como un espejismo traído de otro planeta que sólo he visto en mis recuerdos de otra vida, un mundo tan iluminado como el sol, más bien como si a mi alrededor hubiera un sinfín de ellos en escalas diminutas.

Las hojas me saludaban a mi paso, dejando una estela de luz blanca que generaban formas, curvas, bailes eternos en el aire liviano que respiraba y entre esas estelas podía ver algo flotar o volar de vez en cuando.

Pronto fueron miles a mi alrededor, que al tocar mi piel me transportaban a una sensación de eterna paz y armonía, una sensación de estar flotando en el aire sin oxígeno o caminar en el suelo sin destino.

Un espacio sin tiempo, un tiempo sin reloj, un eterno latido suspendido en la brisa brillante de esas pequeñas criaturas que me elevaban para que supiera que ellas eran reales.

Mis ojos ya no controlaban, no había más pestañeos, porque ellos estaban cerrados, pero igualmente podía ver, ver la esencia de la vida, lo que esconde la naturaleza, esa que los hombres de esta tierra pasan por alto porque estan muy ocupados.

Al tocar las hojas verdes relucientes podía sentir esa transmisión de energía infinita, aquella que viene de la creación misma y me hacía saber de su infinita sabiduría.

Las personas les han puesto nombre a estas criaturas escondidas, hadas las llaman, como si derivaran de la magia, y del delirio de alguna mente que se atrevió a soñarlas.

Otros los llaman, los elementales que en todas las cosas existen desde el principio de los tiempos. Ya no era una persona o una mujer, era una con ellos sintiendo el corazón de la creación incalculable del universo que se expande sin que nos demos cuenta.

Vibrar con ellos era elevarme y unir mi conciencia a la de la fuente sublime del todo, el ojo que todo lo ve, en todas las circunstancias, lugares y tiempos. El tiempo que no existe, sólo en un plano inventado para dar seguridad de un paso por esto que llamamos tierra.

El tiempo que sólo transcurre para los que no ven con el ojo del alma, para ella ese invento no existe, sólo la maravilla más absoluta dentro de una realidad que es reflejo de otra parte.

Los brillos no hablan, sólo me hacían sentir muy dentro como es la realidad verdadera y como ha sido siempre, esperando que no lo olvide y aunque eso me separe del resto, pueda conocer la sabiduría para siempre.

Un pestañeo de vuelta me abrió los ojos humanos, no sabiendo si estaba dormida o despierta, pero son la eterna sensación de la verdad resuelta.