Aquí va mi participación en la primera iniciativa de esta comunidad recién nacida (estoy emocionado):

Te traigo una idea para escribir 😀 - Usa un objeto para teletransportarte, o destaca un objeto a través de la historia de un viaje ficticio. Puede también ser uno de esos reales, emocionales, siempre que te sientas a gusto compartiendo algo así, íntimo.

@nanixxx

Invito a tres grandes talentos de Hive para que dejen por aquí si lo consideran oportuno sus relatos:

@robotgirl2024 @sacra97 @felixmarranz @cositav

Enlace

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Here's my participation in the first initiative of this fledgling community (I'm excited):

I'm bringing you a writing idea 😀 - Use an object to teleport, or highlight an object through the story of a fictional journey. It can also be one of those real, emotional ones, as long as you feel comfortable sharing something intimate like that.

@nanixxx

I'm inviting three great Hive talents to share their stories here if they deem it appropriate:

@robotgirl2024 @sacra97 @felixmarranz @cositav

Link

The English text follows the Spanish text.

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Otra historia de María Celeste

Creció María Celeste rodeada de un universo hermético. Con seguridad debía de existir algún sentido en un mundo que se mostraba tan enigmático, vacío, estéril. Aunque era incapaz de encontrar el significado de éste.

Sin una mísera brizna de luz que alumbrara siquiera algún pequeño rincón de su vida, abandonó su rutinario trabajo hasta la próxima jornada. Ni la afable despedida de compañeros y compañeras le ofreció un mínimo de consuelo o esperanza.

Su vida le parecía tan inanimada como la de una noria. Mañana volvería a rodar empujada a ninguna parte por el agua agua turbia y sin vida de la costumbre.

Al llegar a su casa abrió temblorosa la puerta de la entrada. Rememoraba como hubo un primer día de trabajo. Jornada en la que fue acompañada por la ilusión y una sonrisa de primavera.

Transcurrida una eternidad, la compañía había cambiado. Un hondo cansancio que calaba todos sus huesos, hasta aquellos que no conocía, y una gris máscara de invierno eran ahora su única compañía.

María Celeste se observó atentamente en el espejo. Sus ojos de matadero sólo vieron un reflejo. Levantó su mano derecha y notó con la yema de sus dedos la fría superficie del cristal.

Al otro lado del espejo, María Celeste atrapada entre firmes rocas, luchaba con desesperación por sobrevivir. Empapada del frío húmedo de la caverna, con la respiración agitada por el esfuerzo, por unos instantes recordó aquella voz que la llevó a ese lugar.

En el mismo centro de un inmenso océano de sal y de fina arena blanca se hallaba María Celeste. Con la única compañía del sol abrasador y de el pequeño cráneo de un un ave. El rostro de hueso que yacía a sus pies la miraba fijamente. Pensó María que quizás quisiera decirle algo cuando se hizo presente una voz que reconocía como familiar.

Con la sensación de haber permanecido un tiempo infinito en ese inerte paraje escuchó con atención:

• María, confía en mí. ¡Busca la luz! – le dijo.

La niña, de nuevo, se aferró a la voz como si fuera su última esperanza.

La luz se hizo oscuridad, el espacio abierto trocó en dura piedra. María quedó atrapada entre rocas. Su cuerpo dolorido luchaba por escapar de su nueva prisión. Dolorida, exhausta y sin esperanza María se dejó llevar: -Quizás sea mejor así, que todo acabe-

Volvió a escuchar la voz que nuevamente le indicaba:

• ¡Busca la luz!

María obedeció con fe a ese ser que la acompañaba desde siempre. Vacía, exhausta, empujó con su último aliento las profundas y punzantes tinieblas que la aplastaban. Muy lentamente fue notando como se hacía hueco entre la roca. Volvió a empujar, pero en esta ocasión empujó con toda su alma…. hasta quedarse vacía.

Sonó de nuevo la voz, que en esta ocasión le dijo:

• ¡Ríndete! – Y la niña se rindió. Era la primera vez que lloraba tan abatida. Fatigada se dejó dormir.

María no era capaz de adivinar el tiempo transcurrido desde ese último aliento. La brisa fresca bailaba entre los pliegues de su camisón blanco. Dejó que el suave viento acariciara su rostro.

Respiró con profundidad colmando su cuerpo de frescos olores a mar. Los ojos se abrieron dejándola ver como un nuevo mundo se abría ante ella. Escuchó el sonido de las gaviotas. Por primera vez en su vida se notaba emocionada, viva, plena.

Un pequeño pájaro oscuro se posó sobre su cabeza entre sus negros y rizados cabellos. El pájaro soltó una gran carcajada.

En este lado del espejo María Celeste miró sus viejas manos… flacas, envejecidas aunque ahora serenas. Un nuevo mundo de color estaba esperando.

Tomó una hoja de papel en la que garabateó una palabra: COMPLACENCIA. Acercó la vieja hoja a una llama y se quedó, serena, contemplando como el pasado se transformaba en ceniza.

Al otro lado del espejo María y el ave charlaban:

• Querida ave, ¿la voz siempre has sito tú? ¿verdad?

• No, mi querida niña, esa voz que escuchabas siempre ha sido la tuya.

Sobre la arena alguien dejó escrito: