Hay actos que nos rompen y actos que nos reconstruyen. A veces son palabras, otras veces gestos. No siempre vienen de quienes esperamos, ni en el momento indicado. Pero llegan. Y cuando lo hacen, nos abren una puerta interna que no sabíamos cerrada.
Hoy quiero compartir tres momentos que cambiaron mi forma de mirar el mundo. No tienen brillo espectacular, pero poseen esa luz silenciosa que permanece, como una luciérnaga encendida en medio del desconcierto.
🌧 1. Una mujer en la parada de ómnibus
Llovía con fuerza. El cielo parecía haberse rendido por completo sobre la ciudad. Yo caminaba rápido, empapada, con los pensamientos grises y el corazón en piloto automático. Entonces la vi. Una mujer parada en la vereda, con un paraguas deshecho por el viento, mojada hasta los huesos. Pero no se movía. No buscaba refugio. Lo usaba para cubrir a una niña que temblaba a su lado.
Ella temblaba también, pero no dejaba de sostener el paraguas en alto, como si tuviera una fuerza que desafiara la lógica. Me detuve sin querer. No por cortesía. Fue algo más profundo. Vi en ella una forma de amor que no necesita explicación ni elogio: la de las mujeres que resisten con ternura.
Ese día entendí que el verdadero poder no grita. Se manifiesta en los silencios, en los cuerpos que se interponen entre el mundo y sus hijos. Aprendí que hay dignidades anónimas sosteniendo el tejido de lo humano. Y que hay lluvias que no mojan tanto como el olvido de verlas.
📝 2. Una carta que nunca envié
Tenía la rabia intacta. La traición aún ardía. Las palabras se me acumulaban en la garganta como piedras. Así que las escribí todas. Una a una. Sin filtro. Era una carta sin pausa, casi un grito. Se la iba a mandar. Pensaba que así, por fin, iba a recuperar algo de mí. Justicia, tal vez. Dignidad. Revancha.
La leí mil veces. Me dolía el pecho, pero también me aliviaba escribir. Cuando terminé, la guardé en un sobre y la dejé sobre la mesa. Pasaron dos días. Al tercero, sin pensarlo, la rompí. No por miedo. No por cobardía. La rompí porque algo en mí ya había sanado en el proceso. Porque entendí que no todo merece ser devuelto, ni siquiera el dolor.
En ese acto de romper una carta no enviada, me liberé. Aprendí que perdonar no es olvidar, ni negar lo que pasó. Es elegir no cargar más con lo que duele. Es no dejar que lo que nos hicieron nos escriba el resto de la historia.
A veces, sanar no es hablar. Es soltar. Y hay batallas que se ganan en silencio, cuando el alma decide dejar de pelear.
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🤍 3. Un abrazo que me salvó
No tenía fuerzas para explicar lo que me pasaba. Estaba rota por dentro, pero afuera todo parecía en su lugar. Había aprendido a disimular. A ser fuerte. A decir “estoy bien” incluso cuando algo en mí se estaba desmoronando. Hasta que me quebré. No delante de todos. Solo delante de ella.
Mi amiga no me preguntó nada. No quiso respuestas. Solo me abrazó. Fue un gesto simple. Un abrazo largo, sin tiempo, sin palabras. Y en ese abrazo sentí que por primera vez en mucho tiempo no tenía que sostenerlo todo sola. Me permití llorar. Me permití caer. Y en su abrazo entendí que no siempre sanar es entender, ni explicar, ni resolver. A veces, sanar es tener a alguien que simplemente esté.
Ese gesto me cambió. Me hizo mirar con otros ojos a quienes me rodean. Empecé a preguntar más “¿cómo estás de verdad?” y a dejar de esperar respuestas automáticas. Aprendí a estar presente, no para solucionar, sino para acompañar. Porque a veces no necesitamos soluciones, solo un abrazo que no nos suelte.
Los actos que más nos transforman muchas veces son los que parecen más pequeños. Pero no lo son. Tienen raíces profundas, de esas que tocan el alma y cambian la forma en que habitamos el mundo.
Hoy, al recordar estos tres, me doy cuenta de que la vida también se escribe en gestos mínimos, en los bordes de lo invisible.
#unsplash.com Quise compartir esta publicación desde @gems por su calidez y diversidad, pero también siento que este texto puede resonar con el espíritu de otras comunidades que valoro profundamente , la comparto con gratitud también para comunidades como: @holos-lotus , @ladiesofhive, @talentos, @es-literatos, y @aliento,@appreciator por ser espacios donde la palabra y la experiencia humana encuentran hogar.
✨ Gracias por tomarte el tiempo de leerme. Cada palabra aquí compartida nace desde un lugar sincero, y si algo de lo que has leído resonó en vos, ya valió la pena escribirlo. Espero que este espacio te haya sido grato, que alguna frase te haya dejado pensando, o simplemente te haya acompañado. Simplemente gracias , con cariño @florecemujer todo esto que eh compartido ah sido basado en mi experiencia en estos últimos días , incluso hoy es una fecha de silencio para mi un año más en el que arrebataron la vida de mi mami , pero sé que cada día trae consigo su propia enseñanza.
Comments (2)
Todos los días aprendemos algo nuevo ya sea positivo o negativo y ambos nos ayudan en el florecer .
Gracias por tu bello comentario, 🌹🌹🌹🌹gracias por estar . Te mando un abrazo grande mi querida lectora desde este rincón .
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